En España, la inmensa mayoría de la población es católica.

Por ello, España alberga un rico tesoro de arquitectura religiosa, como la Sagrada Familia de Barcelona, la Catedral de Granada, la Catedral de Sevilla y la Catedral de Toledo, por nombrar sólo algunas. La Catedral de Santiago de Compostela es un famoso lugar de peregrinación, con más de 100.000 peregrinos al año. La Semana Santa de Sevilla también atrae a miles de peregrinos y turistas.

China, por su parte, es un país multirreligioso, con seguidores del budismo, el taoísmo, el islam y el cristianismo, por nombrar algunos. Sin embargo, la mayoría de los chinos no tienen creencias religiosas. Según una encuesta, casi el 90% de la población china es irreligiosa.

Pero lo interesante es que si se pregunta a estas personas no religiosas si han visitado alguna vez un templo, la respuesta es casi con toda seguridad: sí. Si luego se les pregunta si adoran a Dios, la respuesta es casi seguro que sí.

¿Por qué? Esto empieza con el confucianismo, que recorre toda la cultura china.

Algunas personas dicen que China no tiene religión, por lo que China es un país sin Xin. En realidad no es así. El modo de identidad de Xin de los chinos se centra en la fe confuciana. El confucianismo es la escuela de pensamiento más influyente de la antigua China, y Confucio fue el fundador del confucianismo.

En el confucianismo se hace gran hincapié en la “Xin” y los requisitos morales, pero el concepto de “Xin” carece de la connotación de “creencia” de las religiones occidentales. Se trata de un concepto moral, como la honradez, el crédito, etc., y carece del requisito de “Xin” entre Dios y el hombre.

En cuanto a por qué los chinos no tienen las llamadas “creencias religiosas” pero les gusta adorar a Buda y al  Taishang Lajun, es una cuestión de influencia histórica. Durante las dinastías Sui y Tang en China, las tres religiones del budismo, el taoísmo y el confucianismo se fusionaron entre sí. Fue en esta época cuando el budismo se localizó y, aunque pueda parecer una cultura extranjera, en realidad complementó al confucianismo.